Taller Portadores de Tradición: El sueño del soguero José Sanhueza
“Siempre había querido hacer un taller de esta naturaleza, en el sentido de impartir el poco conocimiento que uno tiene a través de un trabajo de años”. Cultor José Sanhueza.
Entre fiordos, montañas y glaciares emergen diversas prácticas ancestrales de hombres y mujeres de la Región de Aysén, tales como la tejuelería, el trabajo en soga, el juego de la taba y la carpintería de ribera, entre otras.
Estas expresiones y tradiciones, marcan la gestión de la Subdirección de Patrimonio Cultural Inmaterial en la zona, la que en los últimos años ha venido desarrollando diversas iniciativas pedagógicas para fomentar, sensibilizar y poner en valor los saberes patrimoniales más arraigados de sus habitantes.
Talleres Portadores de Tradición
Loreto Nova, encargada regional de Patrimonio Cultural Inmaterial en Aysén, destaca que las experiencias educativas ejecutadas en la región han transitado tanto en la esfera de la educación formal como en la informal, generando lazos con diversas instituciones.
“Nuestros talleres tienen un componente práctico y también una parte reflexiva. En los talleres de transmisión –aquellos destinados a entregar conocimientos relacionados con las prácticas y técnicas tradicionales- hemos diagnosticado junto a los cultores que es mejor trabajar con personas que ya tienen un interés previo, como lo fue en el caso de los encuentros de trabajo en soga. En los talleres de valoración –destinados a difundir estas prácticas y a sensibilizar a la comunidad y la ciudadanía en torno a su valor- abarcamos más público y se dan en una instancia formal”, explica Nova.
Justamente, con el propósito de contribuir con la transmisión de los conocimientos y la salvaguardia de la técnica del Trabajo en Soga- práctica reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile- se desarrolló un taller Portadores de Tradición en Coyhaique con una duración de cuatro meses.
El Trabajo en Soga es una práctica con influencia indígena y criolla, que utiliza como materia prima el cuero crudo, sobado, y que se asocia directamente a la vida en los campos continentales de Aysén, entre ellos en las comunas de Cisnes, Cochrane, Coyhaique y Río Ibáñez y algunas de sus localidades.
Los sogueros son principalmente hombres residentes tanto en el sector rural como urbano de la región de Aysén. Se reconocen entre sí por el conocimiento adquirido, la trayectoria en el oficio, la vigencia en el trabajo, tipos de sogas elaboradas, sello propio en la manufactura, uso de piezas elaboradas, vínculo del soguero con otros rubros de la vida rural como la crianza de caballos, la domadura, formas de comercialización e intercambio de sus productos y el rol del cultor en la preservación de la práctica.
Unos de los reconocidos sogueros de Aysén es el cultor, José Sanhueza, quien fuera el encargado de realizar el taller Portadores de Tradición de Trabajo en Soga, instancia que destacó por su íntimo formato de transmisión, ya que se realizó en su propia casa-taller.
La encargada regional de Patrimonio Inmaterial destaca, justamente, la naturaleza familiar de este taller, con enseñanza personalizada donde tanto el cultor como su señora se dieron el tiempo de resolver cada una de las dudas de los participantes. “En generaciones pasadas la transmisión de este oficio se hacía en los tiempos de descanso, en el fogón, por necesidad ya que se les rompía la soga. En este taller se conmemoró eso mismo: la pausa, el respeto, el contestar las preguntas”, explican.
Los asistentes al taller tenían diversas edades: desde 13 a 63 años. El proceso de evaluación fue participativo y culminó con la confección de cinco a seis piezas por cada aprendiz las que fueron expuestas en el Centro Cultural de Coyhaique para la ceremonia de cierre: estribos, cinchas, jineteras personalizadas, entre otros, con el sello único de cada artesano.
A sus 47 años, el cultor José Sanhueza busca traspasar sus saberes y conocimientos a nuevas generaciones interesadas en seguir con esta tradición. Ello lo puso en práctica en el taller Portadores de Tradición que impartió en su casa de Coyhaique, a mediados del año 2023.
“Siempre había querido hacer un taller de esta naturaleza, en el sentido de impartir el poco conocimiento que uno tiene a través de un trabajo de años. La idea era enseñarles a los alumnos a preparar la materia prima, porque la base de este oficio es saber preparar el cuero: como el proceso es un poco tedioso y difícil, incorporamos la fabricación de algún producto para hacer que los aprendices se incentivaran, porque la mayoría de los sogueros pierden el interés cuando se comienza a trabajar el material. Por lo mismo, hay que saber preparar el cuero para obtener un buen producto, darle resistencia y durabilidad”, comenta José Sanhueza.
Antes de este taller, Sanhueza ya contaba con un grupo de aprendices que lo seguían, quienes además iban a visitarlo a su casa en búsqueda de sus conocimientos: estas fueron las personas que tomaron el taller. Uno de ellos es Gerson Brevis, quien partió comprándole cuero sobado a José y luego comenzó a interiorizarse a través de su maestro sobre distintas técnicas para poner en práctica.
“El tío Coto me enseñó libros y también algunas páginas de Youtube. Después me dijo que se iba a abrir este curso: esos contenidos nadie te los enseña… desde cómo cortar el cuero, en qué fecha, con qué luna, la calidad de cuero, cómo sobarlo, cómo afilar el cuchillo, etc. Esa es la base de este trabajo y es bien desconocida, porque siempre encuentras videos en internet de cómo se hacen las piezas, pero no cómo se trata el cuero: por eso este taller hace la diferencia”, comenta Brevis.
Tanto el cultor como su aprendiz explican que es difícil poder acceder a este conocimiento, ya que cualquiera que tenga interés en aprender es visto como una competencia. “Yo pretendo que este oficio no se pierda, por lo mismo tengo que enseñar lo poco y nada que sé, no soy el mejor, pero quiero entregar mis conocimientos”, dice Sanhueza.
Gerson Brevis está muy satisfecho con los conocimientos adquiridos en el taller y agradecido de su maestro. Cuenta que veía como imposible hacer sogas como Sanhueza, pero gracias a su generosidad y paciencia ha aprendido la mayor parte de lo que sabe a sus 18 años. Las horas se le hacían cortas, a pesar de que llegaba antes y se iba después de terminado el taller. “El ‘tío Coto’ y su señora siempre tuvieron las puertas abiertas para nosotros. Sin embargo, hubo mucha gente que quedó interesada: muchos chicos preguntaban por mi Instagram sobre el curso y harta gente quedó esperando que se abrieran más cupos”, explica el aprendiz.
El soguero José Sanhuesa
José Sanhueza tenía cerca de 8 años cuando tuvo que hacer su primer llavero en cuero. Luego, en el internado en el que estudiaba confeccionó las clásicas pantuflas de cuero de cordero. Y así, a los 10 años ya observaba con la curiosidad propia de un niño la confección de la soga, implemento básico y parte de la cultura campesina de Aysén, presente en su familia que siempre estuvo ligada al campo. En ese punto, parte toda su experiencia: en el contacto y conocimiento de las particularidades de los animales que pastan en estas tierras australes
Este amansador de caballos oriundo de Coyhaique cuenta que desde pequeño estuvo relacionado con el campo: en las salidas a buscar leña con su tío, comenzó su curiosidad por el mundo de la equitación y la soguería. Ingresó a la escuela de equitación para dedicarse a esto. Actualmente tiene sus caballos en el sector de Seis Lagunas, ubicado a media hora de Coyhaique. “A mí me gusta tener mis caballitos bien adornados. En esto de la soguería si uno le mete constancia y perseverancia, ves frutos”, explica.
José Sanhueza y su familia viven de la soguería. Esto incluye a su hija de 15 años quien también sabe cortar y coser a mano y ha generado sus propios implementos, siempre con la inquietud de aprender más. El cultor explica que una de las formas de incentivar a los alumnos a seguir con este oficio después del taller, fue mostrarles el lado económico, lo cual dio frutos pues tres de sus aprendices reciben encargos y están generando recursos. “Siempre me están preguntando, estamos en constante conversación por whatsapp y por teléfono, así los voy asesorando”, explica el soguero.
Sanhueza explica que tiempo atrás en la región se encontraban muchos implementos de nylon y los patagones habían perdido la costumbre de usar el cuero, lo que volvió a florecer gracias al reconocimiento del oficio y sus saberes ancestrales como Patrimonio Cultural Inmaterial. Tampoco había acceso a ferreterías, por lo que el trabajo en soga nace desde la necesidad de tener sus propias maneas, riendas, lazos o aperos. “No vamos a la universidad ni al liceo a tomar clases de esto, se aprende haciendo cosas, echando a perder, practicando: influye el clima, la luna, la manera de colgar el cuero, el tiempo en el que se carnea, si el animal vivía cerca de la costa, si estaba gordo o flaco al morir: eso es entregar el conocimiento del oficio. Si usted no tiene los materiales o no sabe de dónde sacarlos, el oficio tampoco puede seguir” comenta.
Desafíos
Tal es la inquietud y ganas de ir más allá de este grupo de aprendices, que propusieron al equipo regional Patrimonio Cultural Inmaterial en Aysén continuar aprendiendo sobre la técnica de repujado en cuero. “Esto nos da luces que el trabajo fue bien hecho”, comenta Loreto Nova. Gerson agrega que otro punto que les faltó aprender fue cómo preparar las lonjas de chivo y de potro. Este avezado alumno tiene encargos incluso desde Punta Arenas y quiere seguir aprendiendo del oficio para perfeccionarse aún más. “Yo aspiro a hacer piezas exclusivas, no quiero hacer cosas comunes que los demás ya tienen, para eso miro más lo que se hace en Argentina, buscando ideas que no se ven acá. Aparte de todo lo que me ha enseñado el ‘tío Coto’, igual he averiguado por internet y he tratado de profundizar cada vez más. Como siempre ando a caballo, me fijo en los implementos que tienen las otras personas, me da curiosidad el confeccionarlas”, cuenta Gerson.
Otro de los desafíos que el equipo regional ve para este taller es la estacionalidad del mismo, para lo cual ejecutarlo en el mes de noviembre sería ideal por las condiciones climáticas de Aysén. “Es ideal llevar a cabo la confección de la materia prima en noviembre, para que el cuero se alcance a secar. Debido a un tema de ejecución presupuestaria realizamos el taller en invierno, por lo mismo el estaqueado para el secado del cuero no se hizo con el clima adecuado: el cuero no se alcanzó a secar para el sobado. Sin embargo, como estrategia planificada con el cultor, ocupamos cuero que don José había sobado, para que los jóvenes siguieran interesados”, dice Camila Ramírez, otra de las encargadas de Patrimonio Cultural Inmaterial en la región.
Entusiasta, José Sanhueza comenta que él ha visto crecer el interés por este oficio, gracias a las iniciativas que lo ponen en valor y fomentan esta tradición. “La tecnología va a pasos agigantados, nos va a quitar a la juventud y se nos hace difícil poder incentivarlos en este oficio. No hay que aflojar para que esto pueda seguir avanzando. En ese sentido, este taller es una contribución y ojalá todos los oficios patrimoniales puedan ser rescatados”, señala.
El Trabajo en Soga en la Región de Aysén es, desde 2015, parte del Inventario de Patrimonio Cultural Inmaterial en Chile y cuenta con un Plan de Salvaguardia que pretende que el oficio tradicional del soguero de Aysén y sus conocimientos no mueran.